Qué es el trigo sarraceno y para qué se usa

Los primeros registros de la utilización de trigo sarraceno datan de hace 7000 años en la región de Asia Central, la cuna de la civilización. Se trata de una planta poligonácea que no tiene parentesco con el trigo tradicional que todos conocemos. De hecho, ni siquiera es un cereal, su nombre es algo engañoso.

Con las semillas de la planta se produce una harina que no tiene gluten y por lo tanto es apta para personas celíacas. Pero también se pueden consumir los granos hervidos, en copos o germinado en brotes.

La cocción de los granos es bastante similar a la del arroz: dos partes de agua por cada parte de semillas, calentar hasta el hervor, bajar el fuego y continuar con las cocción durante unos 20 minutos hasta que se ablande.

Mientras que con la harina se pueden hacer pastas, crepes, galletas y panificados. Su sabor es mucho más intenso que la harina tradicional.

Por otro lado, es muy bueno para las personas vegetarianas o veganas ya que es uno de los alimentos con mayor aporte de proteínas (alrededor de un 10%). También contiene ocho  aminoácidos esenciales incluida la lisina, algo poco común en alimentos de origen vegetal.

El trigo sarraceno cocido es muy rico hidratos de carbono en forma de almidón que dan lugar a un índice glicémico medio-bajo. Es decir, no provoca picos elevados de azúcar en sangre. Esto lo convierte en un buen alimento para obtener energía para nuestro cuerpo.

Por otro lado, su aporte de minerales es mucho mayor que el del arroz, el trigo o el maíz. Un plato mediano de trigo sarraceno cubre el 34% de las necesidades diarias de manganeso, el 21% de magnesio, 17% de fósforo, 18% de fibra y 28% de cobre.

Finalmente, cabe destacar que el trigo sarraceno nos brinda antioxidantes como la rutina y la querecina. Los primeros reducen la inflamación y la presión sanguínea, mientras que los segundos son buenos para el corazón.

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