Por qué no debemos comer alimentos fritos

Las frituras están prohibidas, o al menos desaconsejadas, en todas las dietas y planes de alimentación saludable. Esto se debe a que las comidas cocinadas de esta forma tienen un efecto negativo sobre nuestro organismo, especialmente en el sistema cardiovascular.

El cuerpo necesita grasas para muchos procesos básicos como reparar los tejidos, absorber las vitaminas A, D, E y K, y para mantener el calor corporal. Pero las frituras entran en la categoría de las grasas malas.

Las grasas buenas o saludables las podemos encontrar en alimentos como el pescado, los frutos secos, las semillas o el aceite de oliva al natural. Éstas incluso ayudan a disminuir los niveles de colesterol en las arterias.

No obstante, cuando calentamos el aceite para freir modificamos sus composición química y lo volvemos más difícil de procesar y quemar por nuestro organismo. Entonces contribuye a que el colesterol se deposite en las arterias provocando enfermedades cardíacas.

Las frituras tampoco son muy nutritivas ya que las altas temperaturas con las que se fríe la comida destruyen las vitaminas y minerales sensibles al calor.

Además, los alimentos fritos contienen muchísimas calorías (cada fritura absorbe un 10% de su peso en grasa durante la cocción) que cuando no podemos convertir en energía se terminan acumulando en forma de grasa, especialmente en la zona abdominal. Cuando el aumento del tejido graso es considerable (obesidad) se vuelve un factor de riesgo que puede derivar en diabetes tipo 2.

Las frituras también pueden provocar problemas en el aparato gástrico, como acidez, porque necesitan una digestión mucho más lenta. Incluso puede llegar a causar cuadros de irritación del colon.

Es por todas estas razones que lo ideal es mantener las frituras fuera de nuestra dieta o incluirlas apenas una o dos veces por semana.

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